El amor: mío, tuyo o suyo, no nuestro.
De la clasificación del amor se ha dicho mucho, se ha segmentado por pareja, hacia los miembros de la familia, que si el amistoso, que si el pragmático, que si el maniático... en fin, hoy no quiero referirme al fondo sino a la forma, porque tengo la impresión de que es común el desbalance entre lo que se cree que se da y lo que se cree que se recibe, el desencuentro de intenciones, de ahí tanto material (canciones, libros, películas) basados en amores no correspondidos.
Personalmente, lo he vivido las suficientes veces como para asegurar que se trata de incompatibilidad de tipos, porque lo comparo un poco con los cargadores y los teléfonos: hay un tipo de cargador con la potencia adecuada para cada aparato y hay un tipo amor para cada quien. Hay una manera que te funciona para dar amor y otra para recibirlo (o entender que lo estás recibiendo). Puede que el cargador del iPhone funcione correctamente, pero no servirá con un Samsung -y no por eso deja de ser un cargador- o que intentes cargar tu cel con el cargador de otro y puede que tengas pila un rato pero a la larga se dañe (si pensaste en relaciones pendejas desgastantes, me expliqué bien).
Cosas y casos
Cosas y casos
En la práctica es fácilmente visible, sólo hay que ser un poco objetivos y sacar del medio lo que uno espera. Usaré un ejemplito real: la dinámica entre mi papá y yo; él (como todos los médicos) siempre estaba cargado de trabajo y pasaba poco tiempo en casa, su forma de dar amor es responsabilizarse, por lo que siempre trabajaba mucho para asegurarse de proveer, y su forma de recibir amor es a través de mimos y palabras. Curiosamente de él me generé yo, que soy algo así como su antítesis: mi forma de dar amor es protegiendo, dedicando tiempo, prestando atención a los detalles, escuchando; mi forma de recibir amor es con hechos.
- De allá para acá: seguramente a papá le parecía suficiente una llamada para preguntar si tenía dinero o si me faltaba algo, pero mientras no tuviera tiempo para conversar conmigo, yo no procesaba su cariño.
- De acá para allá: yo soy arisca, podía hacerle café miles de veces o ponerle la música que le gustaba en el carro, pero mientras no le dijera un te quiero o lo abrazara, él no procesaba mi cariño.
En fin: papá estaba enfocado en dar amor a su manera y yo en recibir amor a la mía (y viceversa). Nuestra dinámica equivalía a poner a conversar a un guajiro con un árabe y esperar un resultado lógico de esa comunicación, no nos encontramos. Lo mismo pasa en todas las relaciones.
Muchas veces no te encuentras con el tipo soñado que disque se desvive por ti sencillamente porque en tu esquema de pensamiento no entiendes su procedimiento como amor, lo mismo en las amistades, con compañeros de trabajo, etc. Mucha gente se cae a reproches en este sentido, desgastándose en discusiones sin fin por lo que dan vs. lo que reciben a cambio, pero ahí entra también en juego la capacidad de entrega de cada quien y el valor que eso pueda tener para el otro, mientras a mí me parece que esperar, cocinar o redactar una dedicatoria especial son actos de amor y por eso los entrego con entusiasmo esperando que la otra persona los lea de esa forma, si al receptor le parecen gestos nulos, yo habré dado mi todo y él habrá recibido mi nada.
Significante y significado
Vamos a ponernos teóricos: se dice que el significante de un signo lingüístico es la imagen mental que tenemos de una determinada cadena de sonidos, esa "imagen fónica" permite que podamos pensar en palabras sin pronunciarlas (cuando leíste amor te lo dijiste clarito en tu cabeza, a-m-o-r, probablemente con un tono de Walter Mercado) mientras que el significado de un signo lingüístico es el concepto o la imagen que asociamos en nuestra mente a un significante concreto. Ese significado no es un objeto real, sino el concepto que una cadena de sonidos nos sugiere (cuando leíste amor pudiste pensar en él o ella, en tu madre, en tu mascota).
Palabras de amor
El otro día explicaba que mientras en inglés es súper simple la escala de sentimientos (like, love, hate) en español son muchos los peldaños y todos sirven para expresar cosas bastante específicas: me disgusta, me desagrada, odio, detesto, me gustas, me encantas, me fascinas, te deseo, te aprecio, te quiero, te estimo, te amo, te adoro. Pareciera que tenemos todo prediseñado para expresar exactamente lo que es, para que no existan esos famosos desencuentros, pero en estos temas las palabras (en mi opinión) son intrascendentes cuando no están sustentadas de hechos, energías, lenguaje corporal, no sé... otras vainas, y es eso lo que complica el significado.
Tal vez exista un acuerdo conocido entre esos significantes y significados, pero las lecturas siempre son subjetivas y en el universo de las interpretaciones todo es ambiguo.
¿Y entonces?
Pues creo que lo sano es no asumir nada, preguntar todo: ¿te estoy dando lo que quieres/esperas/necesitas? adoptar la muletilla paisa "¿me hago entender?" para ver cuál tipo de amor es el que vamos a usar como lenguaje para comunicarnos en cada caso.
Con tu mejor tono de locutor sobreactuado, pregúntate ¿cuál tipo de amor das? ¿cuál quieres recibir?
Este año me topé con el libro de Gary Chapman de los 5 lenguajes del amor... en verdad sentí que descubrí América luego de leerlo; muchas cosas cobraron sentido y al final del día llegué a la conclusión de que en esta época hay que ser políglotas hasta en el amor...
ResponderBorrar