Voy contigo, virgo

Antes de empezar, un manifiesto: Twitter es mi red social favorita. Se viene aguantando mi verborrea desde 2007. La amo.

Este post es producto un RT (el de la captura de abajo) y hoy tengo ganas de hablar de este bendito, sobrevalorado, desgastante y absurdo temita: la virginidad (si usted sospecha que de aquí en adelante me voy a quejar, acierta).



La virginidad
Según diccionarios, es el estado en el que una cosa o proceso se mantiene sin alteraciones desde su origen, me pregunto quién sería el primer ocioso en relacionar eso con la actividad de la vagina, y más allá, tener la ocurrencia de adjuntarle significados morales que permitieran calificar o cuantificar el valor de una mujer. 

Cuando veo cosas como el tweet de arriba me pregunto en qué clase de perico piche andan algunos católicos. Imaginemos que Dios es un carajo que se sienta todos los días en un escritorio y revisa su bandeja de entrada tempranito en la mañana... ¿cómo podría filtrar entre las peticiones de niños que necesitan comer o enfermos que no quieren morir tu actividad sexual para determinar si te cubre o no? no estoy segura de si afirmar que eres más por eso me parece muy egocéntrico o sólo es la excusa que se dan las personas extremadamente reprimidas.

Debo reconocer que a los segundos los comprendo un poquito. Nos educaron magnificando esa vaina. Teresa, la señora que me cuidaba, me decía que debía llegar "virgencita" al matrimonio antes de yo saber qué era una relación sexual. Recuerdo haberle preguntado a mi mamá "¿y si yo no me quiero casar?"... en fin. En la religión de mis abuelos paternos también era a BIG DEAL (eran Drusos) y en el machismo de mis tías maternas, y en Mtv cuando se especulaba por horas sobre Justin y Britney, y en las clases de religión, y en el colegio en general, cuando era noticia la primera que daba el paso, y en las novelas, y en fin, en toda vaina.

Para mí es un asunto extremadamente sobrevalorado y llevado con demasiado dramatismo, ni siquiera encuentro sentido en la manera en la que manejamos nuestras expresiones relacionadas al tema, encuentro ilógico el expresarse de la vagina con hacerte valer, entregarte, hacerte mujer, perder la virginidad, es como si hoy llegamos a un consenso y dentro de 100 años nadie se pregunta qué tiene que ver el culo con las pestañas. En fin, sobre la última afirmación suelo bromear diciendo que a mí no se me perdió nada, que es de las pocas cosas que sé perfectamente dónde dejé (ya les cuento más).

Mi historia
Me gusta afirmar cosas con propiedad, así que cuando digo que no es gran vaina, es porque estoy 1000% segura de que así es. Por destino o casualidad, en mi juventud me crucé con tantas personas que me aconsejaron esperar al indicado, a enamorarme de verdad para hacerlo porque era una experiencia incomparable que de tanto oírlo, hice caso. En el momento pensé que tantas opiniones iguales no podían ser coincidencia, debía ser real lo que me decían, así que en esa espera pasaron mis 17, 18, 19, 20 años, esperando a ese alguien especial para poder tirar entregarme.

Inicialmente esperaba enamorarme, pero con los años fui eliminando requisitos y finalmente elegí conformarme con sentir aprecio o algo, porque en serio no me pasaba. A los 21 llegó un individuo con el que me involucré y un año de amistad-y-algo-más después, entendí que estaba enamorada, que había llegado el momento. Curiosamente, a pesar de todo el azúcar de la situación, a la hora del té no me rodaba, tenía un desencuentro entre mi mente y mi cuerpo bien raro: lento pero seguro, mi cerebro había procesado el sentimiento, dándole la señal a mi cuerpo de que estaba listo, que era hora de actuar, pero mi cuerpo se hacía el loco y no respondía.

Terminó la pseudo relación que tenía y quedé con un despecho horroroso + la posibilidad de estar atravesando una especie de disfunción eréctil. Cuando ese ciclo se cerró, ya casi tenía 23 y una conclusión propia: el proceso era demasiado engorroso. Decidí ser más práctica, escuchar más al instinto y menos a los demás, y fue así como la "perdí" con un amigo, sin quedar incompleta, sin desvalorizarme, con mi integridad intacta y mi paz mental a salvo.

No hubo fuegos artificiales, ni promesas, ni se incendió el cuarto como en "Como agua para chocolate", sólo consistió en dos personas explorándose, divirtiéndose y una experiencia que me hizo sentirme adueñada de mí misma. Si es necesario asociar la primera vez con una entrega, creo que me entregué a mí misma al sacarme de aquella divagación tan larga alrededor de un tema tan nulo y hacer oficial el derecho que siempre tuve de hacer lo que me diera la gana. 

Esa noche no sangré y recuerdo haber pensado que era afortunada por no haber nacido en una religión o entorno que pudiera juzgarme o maltratarme física o psicológicamente por eso. No debería ser una fortuna y menos un privilegio decidir sobre el cuerpo propio. 

Comentarios

  1. Siempre me ha parecido deprimente como en familias árabes las niñas hay que prepararlas para que “sirvan” en un futuro ¿hogar? (Cocina, lava, atiende, etc), y encima aquella presión de que si tienen mas de un noviecito pues es que directamente son unas putas y es haram (y ni te cuento si el muchacho en cuestión no es baisano).

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