La derrota
La derrota es ese lugar al que llegas por caída libre, y duele hasta en ese recóndito lugar de tu cuerpo que ni sabías que existía. Duele más que nada en el cerebro, inundándolo de pasado y diversos futuros imaginarios. Llegas ahí como un bebé, puro e inocente, y sales como un anciano mugre, decrépito y sin dientes. La derrota es como un testigo de Jehová: todos se le esconden y la dejan infinitamente tocando la puerta, queriendo que seas su víctima. No importa cuánto escapes, eso no la ahuyenta; volverá, y volverá, y volverá a volver hasta que te consiga. Ya aprendí a abrirle la puerta, a levantarme y decirle "sí, aquí estoy", a ser el anciano mugre y decrépito pero con intenciones de bañarme y hacerme un buen rejuvenecimiento luego. A gritarme que sí, que estoy rota, pero que voy deshacer esta versión y después arrancar con una nueva.