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Mostrando las entradas de octubre, 2020

La derrota

La derrota es ese lugar al que llegas por caída libre, y duele hasta en ese recóndito lugar de tu cuerpo que ni sabías que existía. Duele más que nada en el cerebro, inundándolo de pasado y diversos futuros imaginarios.  Llegas ahí como un bebé, puro e inocente, y sales como un anciano mugre, decrépito  y sin dientes. La derrota es como un testigo de Jehová: todos se le esconden y la dejan infinitamente tocando la puerta, queriendo que seas su víctima. No importa cuánto escapes, eso no la ahuyenta; volverá, y volverá, y volverá a volver hasta que te consiga. Ya aprendí a abrirle la puerta, a levantarme y decirle "sí, aquí estoy", a ser el anciano mugre y decrépito pero con intenciones de bañarme y hacerme un buen rejuvenecimiento luego. A gritarme que sí, que estoy rota, pero que voy deshacer esta versión y después arrancar con una nueva.

Estetoscopio

Mi estudiante me preguntó qué era y le respondí "es un instrumento para escuchar al corazón". Jodiendo, como siempre, el tono que usé fue dramático, pero verbalizarlo me ayudó a que me quedara resonando la frase en la cabeza por unas cuantas horas, tal vez días. Se me despertó la musa y pues, decidí escribir al respecto. Un instrumento para escuchar al corazón Y aquí recuerdo lo mucho que jugaba con los estetoscopios de mi papá cuando era niña, cómo me la pasaba amplificando el sonido de las paredes, las puertas, las diferentes superficies que tenía cerca, el corazón de otros y eventualmente el mío. Yo me quedaba lela con unas vainas que todavía me toma trabajo entender, es que quién se emboba por el sonido de su corazón, como si no se tratara de una vaina que permanentemente tiene adentro, pero después de tanto survival mode (gracias comunismo, gracias pandemia) entiendo el valor que ese ejercicio tiene. Con ese ejercicio quiero decir: escuchar pa' adentro , ser con...