La carrera: ese mito urbano.
La elección de una profesión ha sido un gran tema a lo largo y ancho de mi vida: cuando era niña quería ser monja, pero al darme cuenta de que las monjas no podían ser madres desistí de ese propósito. Luego jugué a la mamá, pero interpreté el papel materno con tanta intensidad que me cansé de la responsabilidad de ser madre y no sabía cómo manejar el vínculo afectivo que mantenía con mi hijo plástico, así que desistí de ser madre. Quise ser médico, como mi padre. Quise ser comerciante, como mi abuela. Quise ser maestra, y abogado, y policía, y veterinaria, y cantante, y pianista, y Valentina Quintero, y astronauta y cualquier infinidad de cosas. Al final, terminé siendo periodista como mi mamá y medio sociólogo. Invertí demasiada atención en esto, no porque naciera con el chip de conciencia del rol que te otorga un título (o viceversa), sino que como a todos me enseñaron que esta es " la decisión más importante de la vida ", así que para una persona que quiere y odia la mism...